jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Núcleo duro o periferias blandas?

Una de las discusiones que desarrollamos en el curso fue la del llamado núcleo duro de la cultura. Quiero resumir el planteamiento que hice en la clase en estas líneas muy generales. El propósito es revisar algunos de los conceptos que se dan por sentados en algunas discusiones y mostrar las posibles dificultades de su uso en la argumentación.
La idea de un núcleo duro de la cultura, que vimos en los textos de Julian Steward o en el trabajo de Alfredo López Austin, o de Johanna Broda, supone la preminencia de una dinámica específica de la cultura y de una mirada relativista de la misma (ya sea en términos de nichos ecológicos o de cosmovisiones): la idea de que existen culturas separadas y distintas en sí mismas. Es decir, cada grupo puede ser entendido como una cultura espacífica o como el portador de una cultura específica, o una derivación de alguna cultura entendida como un sistema relativamente único y ordenado. Este presupuesto tiene consecuencias en el entendimiento antropológico tanto de la dinámica histórica de la humanidad como de la lógica contemporánea de las culturas.

Esta idea implica de entrada que la humanidad es un conjunto de historias culturales diversas, con un origen múltiple y un desarrollo específico; y que los intercambios y los contactos no necesariamente implican la anulación de la diversidad original y fundante. Lo que hay como matriz básica es la separación de sistemas culturales coherentes, con sus propias dinámicas, y la antropología se vuelve entonces una empresa científica de comprensión de esas particulares historias en el pasado y en el presente. Cuando más, y reconociendo claramente que no hay un estado de aislamiento y que lo que existe es el intercambio y el contacto, lo que se analiza es la manera en que ciertos elementos "externos" se "adaptan", se "refuncionalizan" o son absorbidos por la lógica cultural previa (como en el análisis de Sahlins). Pero lo que permanece son esos núcleos duros. Se podría pensar que de perspectivas como éstas es de donde derivan incluso las ideas de "multiculturalidad", "interculturalidad" y "transculturalidad". Me gustaría hacer algunas notas críticas sobre estas ideas (desde las periferias blandas de las culturas) para establecer los términos de una discusión que quizá les resulte útil en sus análisis y en el uso que vayan a hacer de la noción de cultura:
1. De algún modo, el relativismo de Boas también ha aceptado la universalidad del hecho humano. Sin embargo, éste no ha sido totalmente integrado en la visión de la cultura con la idea de núcleos duros, según mi punto de vista. De alguna forma la diversidad también puede ser analizada a partir de ciertos elementos comunes básicos. Por lo menos esa fue al empresa de Steward y su idea de los nichos ecológicos, la de Malinowski con su teoría de las necesidades, o la de Lévi-Strauss con su análisis de las estructras subyacentes. Pero incluso podríamos ir más allá: ¿es tan relevante la diversidad o diferencia "cultural" como para ser más definitiva que el proceso general de la cultura? ¿Puede seguirse sosteniendo que el relativismo es una reacción al universalismo y al etnocentrismo, sin plantearse este problema?
2. Partir del núcleo duro es también dejar al margen los intercambios que se producen cotidianamente en los márgenes de ese núcleo. En cierto sentido se trata de los procesos a los que nos piden poner atención García Canclini con su noción de culturas híbridas, o Hannerz con su análisis de fronteras. ¿Pero no ha ocurrido esto de manera más intensa en la historia de lo que pensamos? ¿No es al revés quizá la historia: los márgenes blandos dieron origen en algún momento, con ciertos límites y bajo ciertas circunstancias, a los núcleos duros, sin anularse? ¿No está en estos márgenes blandos el proceso cultural (de producción de sentidos y significados) más interesante y el origen mismo de los núclos duros, de su historia? ¿No serán los núcleos duros, en la economía de ciertos cultivadores o pastores, en la organización religosa y política, en las cosmovisiones cerradas y sistemáticas, el resultado de una dinámica de imposición de ciertos sentidos como los ciertos, verdaderos, aceptables, sobre un proceso creativo que es más fluido e inestable? ¿El núcleo duro no es, en muchos de sus aspectos, un resultado de ciertas configuraciones de poder impuestos sobre los procesos de producción cultural (simbólica)?
3. ¿Cómo se ha llegado a los núcleos duros? Se puede seguir aceptando simplemente que la diversidad es la matriz fundamental, pero tal vez si se analiza el proceso por el cual se reproduce esa diversidad se puede entender la cultura no como algo fijo sino como una fuerza actuante y, al mismo tiempo, una resultante histórica. Y nuevamente allí encontraremos muchos procesos interesantes con la mirada puesta no en las reafirmaciones del supuesto núcleo duro sino en sus inconsistencias, sus imposiciones y sus críticas. Me parece que si nos preguntamos sobre la cultura como proceso de producción de significados y de sentidos de las cosas siempre encontraremos más interesantes los márgenes blandos desde donde se interpretan, se cuestionan y se modifican los núcleos duros. ¿No resulta entonces más interesante hacer antropología desde y de las periferias blandas?
Saludos


Por: José Luis Escalona Victoria

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